Papiloma en perros: papilomatosis oral canina
La papilomatosis oral
canina es una patología muy común en la consulta diaria del clínico
veterinario, que cuenta con una presentación muy característica y un buen
pronóstico para el animal.
Etiología
y transmisión
La presencia de papilomas en perros, también
conocida como papilomatosis vírica, está provocada
directamente por un virus oncogénico de la familia Papovaviridae,
constituyendo el 5% de las neoplasias orales más comunes en el perro. La
transmisión de este virus es principalmente horizontal por contacto
directo o fómites, que afecta principalmente a perros menores de un año.
Ocasionalmente se ha descrito esta enfermedad en perros adultos, donde su
presentación es inespecífica en cualquier parte del cuerpo de este. Este
virus no presenta contagio interespecífico, pero
sí entre individuos de una misma especie, sobre todo en individuos
inmunodeprimidos, ya que los perros enfermos tienen más probabilidades de
adquirir infecciones oportunistas.
Por otro lado, se han encontrado casos en los que individuos sanos sin
lesiones también han manifestado signos clínicos de papilomatosis oral canina,
de tal manera que los animales que tienen el virus son portadores y actúan como
reservorio del agente patógeno.
Cuadro clínico y diagnóstico
Los signos clínicos que se manifiestan cuando el virus se ha instaurado
en el animal se localizan principalmente en las membranas mucosas,
destacando sobre todo la presencia de estas lesiones en la mucosa oral. No
obstante, la aparición de estas lesiones también ha sido descrita en la lengua, labios y lagrimal,
entre otros, diferenciándose en este último un tipo de presentación conocida
como papilomatosis conjuntival canina.
Otra localización de las lesiones provocadas por este agente es la piel,
donde el virus desencadena el crecimiento de un tumor cutáneo benigno a partir
de las células escamosas de la epidermis. Enfocando el artículo en la
papilomatosis oral, la manifestación clínica de esta alteración consta de
proliferaciones de epidermis de forma pedunculada, conocida típicamente por
tener forma de “coliflor”, tanto de forma aislada como de
manera múltiple a lo largo de la cavidad oral del animal.
Aunque el cuadro clínico es muy característico, siempre hay que realizar
un diagnóstico diferencial entre la papilomatosis oral con otras patologías
y nunca descartar otras alteraciones, ya que la aparición de las lesiones
puede estar producida por alguna enfermedad concomitante, como es el caso de la leishmaniosis canina. Los métodos diagnósticos comienzan
por una exploración general del animal, añadiendo pruebas complementarias,
tales como análisis hematológicos y bioquímicos, citología o biopsia de la
proliferación y posterior estudio histológico.
Tratamiento
La mayoría de los casos en los que el animal presenta signos de
papilomatosis canina no es necesario tratamiento, ya que la enfermedad
remite espontáneamente en 1-3 meses. Por otro lado, es necesario
tener en cuenta que las proliferaciones de la mucosa y de la piel pueden evolucionar a carcinoma de células escamosas, lo cual agrava
el cuadro clínico y empeora el pronóstico del animal, por lo que hay que tener
especial precaución con este trastorno.
Es imprescindible controlar el crecimiento de la masa periódicamente y
tomar decisiones en cuanto a su tratamiento, basado principalmente en:
·
Escisión de la masa mediante técnicas quirúrgicas convencionales
o nuevas tecnologías, tales como criocirugía, electrocirugía o cirugía
láser. No hay que precipitarse en la realización de una extirpación ya que,
como se ha comentado anteriormente, tiende a remitir de manera espontánea.
·
Administración de medicamentos inmunomoduladores para la
mejora de la inmunidad celular del animal, pudiendo emplearse, entre otras
opciones, una combinación de cimetidina con levamisol. El uso de
corticoides no está indicado para esta alteración.
·
Cambio de dieta para aumentar la condición corporal y el
estado inmunitario del perro, sobre todo cuando la enfermedad se presenta
en cachorros.
Conclusión
La papilomatosis oral canina es una alteración mucocutánea de origen
vírico de carácter benigno y buen pronóstico, que aparece con mayor frecuencia
en perros jóvenes y tiene capacidad de remitir a los pocos meses de su
instauración. No obstante, es una patología que precisa ser revisada por
profesionales veterinarios para evitar complicaciones.